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Las hermanas, imbuidas del celo de santo Domingo, dan testimonio del Evangelio de palabra y de obra, unidas en íntima comunión con los frailes en la edificación del pueblo de Dios.
Las hermanas, imbuidas del celo de santo Domingo, dan testimonio del Evangelio de palabra y de obra, unidas en íntima comunión con los frailes en la edificación del pueblo de Dios.
Las monjas de la Orden, según el propósito de santo Domingo, se dedican totalmente a la comunicación con Dios en su vida religiosa contemplativa, de la cual se nutre la vida apostólica de los frailes como también la de los demás grupos de la familia dominicana, dando testimonio de oración, de silencio y penitencia.
Todos los grupos que constituyen la familia dominicana (cf. n. 1 § IX), partícipes de una vocación común, sirven cada uno a su modo a la misión de la Orden en el mundo.
Sigan los frailes el ejemplo de santo Domingo que en casa y de viaje, de día y de noche, era asiduo en el oficio divino y en la oración y celebraba con gran devoción los misterios divinos.
La oportunidad y el modo de hacer la votación «de moribus religiosis» antes de los exámenes sea determinada por el Capítulo Provincial, salvo lo prescrito en el n. 251
A juicio del grupo de profesores, y con licencia del Prior Provincial, los frailes pueden ser enviados a las universidades, incluso durante el currículo de estudios, para que se dediquen a algunos estudios, teniendo en cuenta las cualidades de cada uno y las condiciones de la región; en este caso ha de quedar siempre a salvo la coordinación con la formación intelectual propia de la Orden. Terminados los estudios en la universidad, no omitan, sin embargo, los frailes completar los estudios propios de la Orden si todavía no los hubiesen concluido.