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Nuestra Orden entera, como todos los religiosos, está sujeta al Romano Pontífice como su Superior supremo a quien debemos obedecer en virtud del voto de obediencia (CIC 590).
Nuestra Orden entera, como todos los religiosos, está sujeta al Romano Pontífice como su Superior supremo a quien debemos obedecer en virtud del voto de obediencia (CIC 590).
Tengan los frailes un recuerdo fiel de sus predecesores en la familia de santo Domingo que les confieren «ejemplo con su vida, compañía con su amistad, ayuda con su intercesión»3. Presten atención a sus obras y su doctrina, y denlas a conocer. Además, no falten los sufragios por los frailes difuntos.10
Agravada la enfermedad, el superior, por sí mismo o por otro, después de oír el consejo del médico, advierta discretamente al fraile para que pueda recibir a tiempo los sacramentos.
A ejemplo de santo Domingo que fue «padre y consolador de los frailes enfermos y de cuantos estaban atribulados»,11 tenga el superior diligente cuidado de los enfermos, y aunque no se lo pidan, con ellos haga uso de oportunas dispensas. Sean solícitos en visitarlos tanto él como los frailes.
Para que la cooperación apostólica y la comunión fraterna den frutos abundantes, es de sumo interés la participación unánime de todos los frailes: «el bien, en efecto, que es aprobado en común, es promovido con rapidez y facilidad».12 Por eso haya en todos los conventos coloquios para promover la vida apostólica y regular.