Importancia y fuentes del estudio
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Art. I
Santo Domingo, con no poca innovación, insertó profundamente en el propósito de su Orden el estudio ordenado al ministerio de la salvación.1 Él mismo, que llevaba siempre consigo el Evangelio de san Mateo y las Epístolas de san Pablo,2 condujo a sus frailes hacia las escuelas3 y los envió a las ciudades mayores «para que estudiaran, predicaran y fundaran conventos» .4
- Por esto, «nuestro estudio debe tender principal, ardiente y diligentemente a esto: que podamos ser útiles a las almas de los prójimos»5.
- Mediante el estudio los frailes piensan detenidamente en su corazón la multiforme sabiduría de Dios y se preparan para el servicio doctrinal de la Iglesia y de todos los hombres. Y tanto más se deben entregar al estudio cuanto que, por la tradición de la Orden, son llamados más especialmente a cultivar la inclinación de los hombres hacia la verdad.
- Este trabajo debe realizarse según las exigencias de cada materia, y requiere recia disciplina y la aplicación de todas las fuerzas.
La luz y la fuente de nuestro estudio es Dios que habiendo hablado en otro tiempo muchas veces y de muchas maneras, últimamente habla en Cristo, por quien, con el envío del Espíritu Santo, el misterio de la voluntad del Padre es revelado plenamente en la Iglesia y son iluminadas las mentes de todos los hombres.
Los frailes mediten e investiguen en la divina revelación, de la cual constituyen un único depósito sagrado la Tradición y la Sagrada Escritura; y del perenne valor pedagógico de su economía, aprendan a discernir la multiplicidad de caminos del Evangelio, incluso en las cosas creadas, en las obras e instituciones humanas, así como en las diversas religiones.
Los frailes sientan en todo con la Iglesia y presten conformidad al múltiple ejercicio del Magisterio, al que ha sido confiada la interpretación auténtica de la palabra de Dios; fieles además a la misión de la Orden, estén siempre dispuestos a prestar con entrega su colaboración al Magisterio en el desempeño especial de las tareas doctrinales.
Estudien con atención los frailes los escritos de los Santos Padres y de las mentes ilustres del pensamiento cristiano que, con el auxilio de las diferentes culturas y de la sabiduría de los filósofos, trabajaron para entender más plenamente la palabra de Dios. Continuando la reflexión de éstos, presten atención reverente a la tradición viva de la Iglesia, busquen el diálogo con los sabios, y abran su ánimo a los descubrimientos y búsquedas contemporáneas.
Para desempeñar esta tarea es óptimo maestro y modelo santo Tomás cuya doctrina es recomendada singularmente por la Iglesia, y la Orden la recibe como patrimonio que ejerce una influencia fecunda en la vida intelectual de los frailes y le confiere su carácter propio.
Por esto, cultiven los frailes una activa comunión con los escritos y la mente de santo Tomás, y según las necesidades de los tiempos, con legítima libertad, renueven y completen su doctrina con las riquezas siempre nuevas de la sabiduría sagrada y humana.
El estudio asiduo alimenta la contemplación, fomenta con lúcida fidelidad el cumplimiento de los consejos, por su misma constancia y dificultad implica una forma de ascesis, y es una excelente observancia en cuanto elemento esencial de toda nuestra vida.