Puesto que la contemplación de las cosas divinas, el coloquio íntimo y la familiaridad con Dios han de buscarse no sólo en las celebraciones litúrgicas y en la lectio divina, sino también en la asidua oración secreta, los frailes cultiven esta oración diligentemente.
Todos los frailes dediquen cada día media hora, al menos, a la oración mental, en el tiempo determinado por el Capítulo Conventual, y, en la medida de lo posible, en común.