- Los frailes den culto a Cristo en el misterio eucarístico, para que de este admirable intercambio adquieran el aumento de la fe, esperanza y caridad.
Aprecien de corazón los frailes la tradicional devoción hacia la Virgen Madre de Dios, Reina de los apóstoles y ejemplo de meditación de las palabras de Cristo y de docilidad en la propia misión.
Reciten cada día cinco decenas del rosario, en común o privadamente, según determinación del Capítulo Provincial y teniendo en cuenta su adecuada ordenación a la liturgia. Esta forma de orar nos lleva a la contemplación del misterio de la salvación, en el que la Virgen María está íntimamente unida a la obra de su Hijo.
- Los frailes tengan verdadera devoción y den culto a santo Domingo, espejo de nuestra vida, y a los santos de la Orden, para que se animen a su imitación y se fortalezcan en el espíritu de su propia vocación.