Siendo deudores de todos en Cristo, cultiven los frailes el espíritu de liberalidad, que, por el afecto, y no por la cantidad de dones, es reconocido. Haciendo el bien a impulso de la caridad, acuérdense de guardar el orden de esa misma caridad, y no echen nunca en olvido a las comunidades de frailes que padecen necesidad.