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- Por eso, con nuestra profesión prometemos a Dios no poseer nada con derecho de propiedad personal sino tenerlo todo en común, y usar de ello para el bien común de la Orden y de la Iglesia según la ordenación de los superiores.
- Por este motivo, ningún fraile puede retener como propios ni bienes, ni dinero, ni rentas que recibiere de cualquier forma, sino que entregue todo a la comunidad.
- Tampoco se admita en la misma comunidad una acumulación de bienes comunes que no sirvan para el fin de la Orden o de su ministerio, ya que esto estaría en contradicción con la pobreza que profesaron todos individualmente y como miembros de la comunidad.