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- Quienes aspiran a la profesión de castidad en la Orden conozcan debidamente la función y dignidad del matrimonio, que representa el amor entre Cristo y la Iglesia, y comprendan que por la gracia de Dios ellos mismos son llamados a una manifestación más elevada de ese mismo amor.
- Ya que la observancia de la continencia perfecta toca íntimamente a las inclinaciones más profundas de la naturaleza humana, y ya que también en nuestra Orden, es condición para desempeñar con fruto el ministerio apostólico, es necesario que nuestros frailes logren una progresiva madurez física, psíquica y moral.
- En el curso de la evolución necesaria para arraigar más profunda y firmemente la castidad, ofrézcase a los frailes una formación positiva y los medios necesarios humanos y divinos, para que, superadas con éxito las dificultades y peligros, estén ellos en condiciones de llegar a una integración natural y sobrenatural de toda su vida afectiva.