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  1. Entre los votos de los consejos sobresale la obediencia, mediante la cual la persona se consagra totalmente a Dios y sus actos están más cerca del fin que en sí mismo tiene la profesión, que es la perfección de la caridad; por ella, finalmente, se recibe a la vez todo lo demás perteneciente a la vida apostólica.
  2. Por otra parte, puesto que por la obediencia estamos unidos a Cristo y a la Iglesia, todo trabajo y mortificación que soportamos en su cumplimiento son como una continuación de la propia ofrenda de Cristo y adquieren el carácter de sacrificio tanto para nosotros como para la Iglesia en cuya consumación se cumple la obra de toda la creación.
  3. La obediencia, mediante la cual «nos superamos a nosotros mismos en el corazón»1 es sumamente provechosa para conseguir aquella libertad que es propia de los hijos de Dios, y nos dispone para una entrega de nosotros mismos en la caridad.
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    S. GREGORIO, Moral, XXXV, PL 76 c. 765, en s. Th de Aq. Summa theol., II-II q. 104 a. 1.