- En el inicio de la Orden, santo Domingo requería a los frailes que le prometiesen comunidad y obediencia.1 Él mismo se sometía humildemente2 a las disposiciones y, sobre todo, a las leyes que, después de una plena deliberación,3 establecía el Capítulo General de los frailes. Pero, fuera del Capítulo General, exigía de todos la obediencia voluntaria,4 con benignidad5 ciertamente, pero también con firmeza de corazón,6 en aquellas cosas que él mismo, gobernando la Orden, ordenaba después de una adecuada deliberación.7 En verdad, la comunidad para permanecer fiel a su espíritu y a su misión, necesita el principio de unidad que se obtiene por la obediencia.
- Por esto, en nuestra profesión se expresa una única promesa, a saber, la de obediencia al Maestro de la Orden y a sus sucesores, según las leyes de los Predicadores, y de esta forma se preserva la unidad de la Orden y de la profesión, que depende de la unidad de la cabeza a la cual todos están obligados a obedecer.
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- 1
Constituciones primeras, Dist. I, c. 14 (13).
- 2
Proceso de canonización, MOPH XVI, p. 151, n. 33; cf. p. 124, n.2.
- 3
JORDAN DE SAJONIA, Libellus, MOPH XVI, p. 46, n. 41.
- 4
Constituciones primeras, Dist. I, c. 13.
- 5
Proceso de canonización, MOPH XVI, p. 127, n. 6; p. 150, n. 32; p. 163, n. 43; p. 142, n. 24; p. 143, n. 25; p. 166, n. 48.
- 6
JORDAN DE SAJONIA, Libellus, MOPH XVI, p. 74, n. 103.
- 7
Ibidem.