La recta administración exige que todos y cada uno de los frailes tomen parte en la responsabilidad sobre los bienes temporales de la comunidad, incluso en el modo de usar las cosas. Esto, en efecto, implica una verdadera relación con la pobreza, de la que puede decirse que es el ejercicio práctico. Los oficiales administren con solícita diligencia los asuntos económicos como servidores fieles y prudentes, en conformidad con la caridad.