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  1. Los frailes, dondequiera que ejerzan el ministerio, colaboren con los obispos en la planificación del apostolado sea diocesano sea nacional.
  2. Se recomienda encarecidamente la colaboración con otros presbíteros y religiosos, sobre todo en aquellas cosas que son más afines con nuestro carisma, de manera que el oficio de nuestro apostolado y el de los demás se complete mutuamente en el servicio común de la Iglesia.
  3. Estando los laicos dedicados al apostolado por razón del bautismo y de la confirmación, en unión con ellos debemos buscar el que la Iglesia esté presente y permanezca como sacramento de salvación en todos los campos de la sociedad.
  4. Finalmente, los frailes viendo en todos los hombres de buena voluntad la imagen de Dios creador y la esperanza de salvación, no duden en colaborar con ellos, aunque aún no puedan anunciarles el Evangelio.

    Presten atención a las virtudes humanas y al modo de discutir y dialogar, exigidas de manera especial para con los hombres que tienen otras convicciones.