Nuestros frailes no acudan con ligereza de una autoridad menor a una superior para evadirse de alguna obediencia impuesta. Y si lo hicieren no se admita el recurso.
Si hubiera causa razonable para ese recurso, el fraile primero obedezca, a no ser que conste, a juicio de personas experimentadas, escogidas con el consentimiento del mismo fraile y del superior, que se va a seguir algún perjuicio grave obedeciendo.
Para los frailes que se separaron de nosotros, nuestro amor, confiando en la misericordia de Dios, ha de mostrarse en la benevolencia y en las ayudas correspondientes.
Los frailes ancianos o más débiles de salud tengan en el convento un lugar adecuado para que puedan participar en la vida común. Que se les ofrezca también un cuidado conveniente y puedan recibir visitas de sus parientes y amigos.
Cuiden atentamente los superiores que los frailes que, por razón del ministerio, moran fuera del convento de su asignación, puedan regresar a él con frecuencia y puedan ser visitados por otros. La comunidad recíbales con alegría, ayúdeles con premura, y tome parte en sus trabajos espiritualmente y con obras. Ellos, por su parte, ejerzan su ministerio como miembros de la comunidad, y participen de buena gana en las reuniones conventuales para nutrirse con el fervor apostólico de los otros, y, a su vez, puedan edificarlos a ellos.
Para fomentar la vida regular, una vez al mes por los menos, haya un coloquio en el cual, bajo la moderación del prior o de otro fraile designado por él, todos los frailes con sinceridad y caridad, puedan exponer lo que piensan sobre un tema previamente determinado y oportunamente anunciado sobre asuntos relacionados con los oficios y funciones de la comunidad.
Algunas veces en el transcurso del año haya igualmente capítulo regular en el cual los frailes, a tenor de lo que haya dispuesto el Capítulo conventual, examinen su fidelidad respecto a la misión apostólica del convento y a la vida regular, y hagan alguna penitencia. En esta ocasión el superior puede hacer alguna exhortación sobre la vida espiritual y religiosa y las admoniciones y correcciones que considere oportunas.
Los frailes en período de formación tengan también sus coloquios y capítulos bajo sus respectivos maestros. Pero, de acuerdo con la norma del n. 309 § II, pueden también participar, de una manera total o parcial, de las reuniones de toda la comunidad.
Siendo deudores de todos en Cristo, cultiven los frailes el espíritu de liberalidad, que, por el afecto, y no por la cantidad de dones, es reconocido. Haciendo el bien a impulso de la caridad, acuérdense de guardar el orden de esa misma caridad, y no echen nunca en olvido a las comunidades de frailes que padecen necesidad.
Nadie, ni siquiera el superior, acepte depósitos de personas extrañas a la Orden, ni en dinero, ni en valores de banco, ni en cosas preciosas, a no ser con causa grave y urgente y con el consentimiento del consejo.