154
La formación debe tender a que los formandos sean conducidos de modo progresivo a la plenitud de la vida y del apostolado propios de la Orden conforme a lo que se dice en nuestras leyes y también en la Ratio Formationis Generali.
La formación debe tender a que los formandos sean conducidos de modo progresivo a la plenitud de la vida y del apostolado propios de la Orden conforme a lo que se dice en nuestras leyes y también en la Ratio Formationis Generali.
Las asociaciones anejas a la Orden, fomentando la renovación de la vida cristiana en el pueblo de Dios, sirven al bien espiritual de los fieles y al mismo tiempo prestan su colaboración a la Orden en algún apostolado especial (cf. Apéndice n. 4).
Los miembros de los institutos seculares agregados a la Orden, abrazan la profesión de los consejos evangélicos en el mundo según el espíritu de santo Domingo.
Las hermanas, imbuidas del celo de santo Domingo, dan testimonio del Evangelio de palabra y de obra, unidas en íntima comunión con los frailes en la edificación del pueblo de Dios.
Las monjas de la Orden, según el propósito de santo Domingo, se dedican totalmente a la comunicación con Dios en su vida religiosa contemplativa, de la cual se nutre la vida apostólica de los frailes como también la de los demás grupos de la familia dominicana, dando testimonio de oración, de silencio y penitencia.
Todos los grupos que constituyen la familia dominicana (cf. n. 1 § IX), partícipes de una vocación común, sirven cada uno a su modo a la misión de la Orden en el mundo.
Sigan los frailes el ejemplo de santo Domingo que en casa y de viaje, de día y de noche, era asiduo en el oficio divino y en la oración y celebraba con gran devoción los misterios divinos.
Regla de san Agustín, n. 7.